Me encantan las estaciones de tren. No sé, tienen una magia especial e incluso algunas se despiertan bajo una luz mágica que hace que cualquier viaje, por corto que sea, se convierta en un amago de aventura.
Mi querencia por las estaciones de tren puede que se deba a mi afición por viajar. Me encanta viajar, aunque últimamente no lo hago mucho, sólo una vez al año. Me propongo cambiar eso y moverme más durante el año. Me encanta viajar en avión, en tren, incluso en coche. Soy una co-piloto excelente. Os puedo contar incluso que me he hecho Madrid-París en autocar en 23 horas. Mon dieu!
Pero sobre todo lo que me gusta de las estaciones es su simbología. Un lugar donde subimos y bajamos de los trenes. Donde nos dirigimos al andén correspondiente y nos subimos al vagón de la vida cuando llega el tren a la estación.
A veces lo perdemos, pero resulta que cuando volvemos por "causalidad" por otras circunstancias a la misma estación, volvemos a tomar el mismo tren que una vez nos iba a llevar a un destino bonito y que perdimos, quizá porque no estábamos preparados para hacer ese viaje. Ahora el viaje se torna diferente. Lo disfrutamos más. No nos perdemos los detalles del paisaje. Cada instante del trayecto es paladeado como un buen café o una buena comida. E incluso puede que agradezcamos que nuestro viaje se haya pospuesto, porque si no, no se hubiera convertido en el viaje de nuestras vidas. E incluso puede que a la mitad del camino nos hubiésemos encontrado solos con el asiento de al lado vacío. Y puede que quizás también unos instantes antes nos hubiera entrado miedo y ni siquiera fuéramos a comprar el billete. Pero no, aquí estamos, en el asiento mirando pasar el paisaje por la ventanilla, con la vida por delante, en blanco, con las páginas que aún nos quedan sin escribir, y prometiéndonos que a partir de aquí, aunque haya contratiempos, no va a haber más drama ni tragedia. Pero sí mucho mucho Amor.
¡VIAJEROS AL TREN! BUEN VIAJE A TODOS. FELIZ VIDA.
Mi querencia por las estaciones de tren puede que se deba a mi afición por viajar. Me encanta viajar, aunque últimamente no lo hago mucho, sólo una vez al año. Me propongo cambiar eso y moverme más durante el año. Me encanta viajar en avión, en tren, incluso en coche. Soy una co-piloto excelente. Os puedo contar incluso que me he hecho Madrid-París en autocar en 23 horas. Mon dieu!
Pero sobre todo lo que me gusta de las estaciones es su simbología. Un lugar donde subimos y bajamos de los trenes. Donde nos dirigimos al andén correspondiente y nos subimos al vagón de la vida cuando llega el tren a la estación.
A veces lo perdemos, pero resulta que cuando volvemos por "causalidad" por otras circunstancias a la misma estación, volvemos a tomar el mismo tren que una vez nos iba a llevar a un destino bonito y que perdimos, quizá porque no estábamos preparados para hacer ese viaje. Ahora el viaje se torna diferente. Lo disfrutamos más. No nos perdemos los detalles del paisaje. Cada instante del trayecto es paladeado como un buen café o una buena comida. E incluso puede que agradezcamos que nuestro viaje se haya pospuesto, porque si no, no se hubiera convertido en el viaje de nuestras vidas. E incluso puede que a la mitad del camino nos hubiésemos encontrado solos con el asiento de al lado vacío. Y puede que quizás también unos instantes antes nos hubiera entrado miedo y ni siquiera fuéramos a comprar el billete. Pero no, aquí estamos, en el asiento mirando pasar el paisaje por la ventanilla, con la vida por delante, en blanco, con las páginas que aún nos quedan sin escribir, y prometiéndonos que a partir de aquí, aunque haya contratiempos, no va a haber más drama ni tragedia. Pero sí mucho mucho Amor.
¡VIAJEROS AL TREN! BUEN VIAJE A TODOS. FELIZ VIDA.
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