viernes, 1 de febrero de 2013

Sonreír.

Sonreír hace una gran diferencia. Sonreír al camarero, a la persona de al lado, aunque no te conozca. Además, se contagia. Se va pasando de mesa a mesa, de barrio a barrio, de andén a andén. De ciudad en ciudad.
   Sonreírse uno mismo. Eso es como un bálsamo que cae sobre una como un abrazo de consuelo, que incluso te hace derramar lágrimas tibias sobre el rostro cuando te encuentras perdida, o desconcertada.
   Sonreír a alguien que te pide perdón de corazón. A alguien que forma parte de tu corazón y tu vida, aunque no esté cerca siempre.
   Una sonrisa es ternura. Está llena de palabras, de sentidos, de caricias.
   Sin ella y sin cercanía, parece que la mente comienza su juego de desconciertos, y te llena de culpas e inseguridades. Y te convierte por un momento en alguien que no se parece a ti.
   Espero tu sonrisa pronto. Echo de menos reírme contigo por cualquier broma. Echo de menos charlar contigo, emocionarnos juntos con la música, todo.
   Un beso.

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