domingo, 17 de octubre de 2010

El parto múltiple de la Madre Tierra.

Seguro que la noticia o acontecimiento más impactante de estos últimos meses, incluso años, ha sido el accidente con final feliz de la mina de Copiapó, en pleno desierto de Atacama (Chile).


No soy la única persona que ha comparado el espectacular rescate de los 33 mineros como un parto de la Madre Tierra. Entre ellas, está una hermana de los rescatados.

Pienso que todos los acontecimientos de nuestra vida, cercanos o no, sirven a un propósito mayor, individual o colectivamente: en estos tiempos de cambios en los que el abismo entre seres que buscan cambiar, mejorar, buscar la Luz en sus vidas, el Amor, y los que deciden no hacerlo, navegar entre el miedo, la comodidad, la oscuridad, y todo lo que esto conlleva, estoy segura que este acontecimiento no ha dejado a nadie indiferente.

A los que vivimos cada día viviendo con ilusión de que la conciencia de un mundo mejor llegue cada vez a más gente, nos ha parecido un acontecimiento milagroso, mágico, en el que muchos seres humanos se han unido olvidándose de rencillas, transacciones económicas, deudas, etc. Un suceso con final feliz, porque tenía que ocurrir así, pero debía terminar bien, para que al menos, reflexionemos sobre ello, para que nos reconciliemos con nosotros mismos, que intentemos hacer un mundo mejor, que nos miremos unos a otros con otros ojos, al menos que nos miremos, sin más, con conciencia de que compartimos esta vida, y que, por ello, debemos respetarnos más unos a otros. Sin teorías, en la práctica. Veámonos más conscientemente unos a otros como vecinos de Tierra, como compañeros que comparten un espacio bello y cada vez mejor.

La Madre nos ha enviado un mensaje con sus 33 hijos.

No lo estropeemos con opiniones superficiales y banales que ni siquiera entendemos, usemos la conciencia, los sentimientos, el instinto.

Creo que cuantos más estemos implicados en esto, antes llegaremos a tener un mundo mejor...

Un abrazo a todos.

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