Estaba viendo en la tele un programa de esos que cantan los niños, y oyendo una canción que cantaban de fin de fiesta todos juntos, se me han caído las lágrimas a mares, porque, aparte de que estoy bastante sensible últimamente por un montón de cosas, la letra de la canción me ha hecho reflexionar acerca de la manera de ver la vida de nuestras queridas criaturas. Deberíamos escucharlos más, deberíamos sentir la vida como ellos, con su sencillez, con su Amor, con su candidez y limpieza de corazón.
Estoy sintiendo últimamente muy en el fondo del alma las energías de mucha gente llenas de miedo, de angustias vitales, queriendo cambios en sus vidas, pero perdidos en la forma de realizarlos. No saben que sólo tienen que elegir, sólo tienen que entrar en su corazón y saber qué es lo que realmente quieren en sus vidas. Miraos en el corazón y la sencillez de los niños, que cada día nos dan lecciones en todos los aspectos.
Perdamos el miedo, porque, recordad que es lo opuesto al Amor. Respirad Amor a cada momento del día, vivid la vida segundo a segundo, aprendiendo con los sentidos de los niños, como si fuésemos niños.
Dadle una oportunidad al Amor de vuestras vidas, al trabajo de vuestras vidas, a vuestra verdadera vocación, no os perdáis nunca abrazar a vuestros seres queridos, a decirles que los queréis.
Mirad la vida como si cada día la estuviéseis descubriendo de nuevo.
Un abrazo achuchado y un beso de mariposa a todos los niños del mundo.
A todos...
Un lugar seguro donde expresar y compartir lo que siento y mis energías con vosotros, en Amor y Luz.
viernes, 21 de mayo de 2010
sábado, 15 de mayo de 2010
miércoles, 12 de mayo de 2010
La memoria interior.
Hace poco emitieron en la 2 la película "Las Trece Rosas". Tuve unos cuantos días desde que lo supe para pensarme bien si la veía o no. Cayetana Guillén Cuervo decía en la presentación previa que íbamos a sentir muchas emociones, sobre todo, íbamos a llorar mucho, y yo no sabía si ese sábado de relax me iba a apetecer llorar con el corazón.
Llorar, no sólo por el relato de la vida de estas 13 jóvenes, entonces conocidas como "las Menores", y sus otras compañeras, que sufrieron una muerte inútil e injusta, sino también por el recuerdo de una persona que llenó mis días de infancia y que sifrió parecido tormento: mi abuelo Luciano.
Allá por aquellos años que todos sabemos, España se empezó a partir en dos, y se terminó de desgajar cuando los "perdedores" de cierto color, entraron en prisión con cargos tan absurdos como "pistolero por las esquinas", como decían a mi abuelo en los papeles.
Después de 7 años de encierro y 2 condenas a muerte, el trabajo de albañil, y una oportunidad de trabajar y vivir de nuevo junto a su familia, gracias a la ayuda de buena gente que da oportunidades sin mirar a quién.
Mi madre dice que aún le pesan aquellos primeros años de niñez sin poder estar con su padre, de recordar a mi abuela andando kilómetros con un paquete de comida a cuestas, que mi abuelo repartía a todos sus compañeros que no recibían nada.
Y yo, además de todas aquellas historias que llegan tan hondo, porque son de la sangre de una, aún recuerdo la hebilla de cinturón marcada en el hombro de mi abuelo como un tatuaje.
¿Y aún piensan que la memoria se debe disolver cuando todavía quedan marcas?
Recordar para cambiar, transformar todo en Amor, y honrar a los hombres y mujeres que nos precedieron.
Llorar, no sólo por el relato de la vida de estas 13 jóvenes, entonces conocidas como "las Menores", y sus otras compañeras, que sufrieron una muerte inútil e injusta, sino también por el recuerdo de una persona que llenó mis días de infancia y que sifrió parecido tormento: mi abuelo Luciano.
Allá por aquellos años que todos sabemos, España se empezó a partir en dos, y se terminó de desgajar cuando los "perdedores" de cierto color, entraron en prisión con cargos tan absurdos como "pistolero por las esquinas", como decían a mi abuelo en los papeles.
Después de 7 años de encierro y 2 condenas a muerte, el trabajo de albañil, y una oportunidad de trabajar y vivir de nuevo junto a su familia, gracias a la ayuda de buena gente que da oportunidades sin mirar a quién.
Mi madre dice que aún le pesan aquellos primeros años de niñez sin poder estar con su padre, de recordar a mi abuela andando kilómetros con un paquete de comida a cuestas, que mi abuelo repartía a todos sus compañeros que no recibían nada.
Y yo, además de todas aquellas historias que llegan tan hondo, porque son de la sangre de una, aún recuerdo la hebilla de cinturón marcada en el hombro de mi abuelo como un tatuaje.
¿Y aún piensan que la memoria se debe disolver cuando todavía quedan marcas?
Recordar para cambiar, transformar todo en Amor, y honrar a los hombres y mujeres que nos precedieron.
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