Voy en el metro a trabajar todos los días , y sobre todo por las mañanas, la gente que observo en los vagones, no es que solamente vaya seria, es que te echa unas miraditas, que vaya, te hace sentirte culpable hasta de vivir.
(Por cierto, paro de escribir, de pie es muy difícil, y de paso, miro fuera y contemplo la Casa de Campo, que está preciosa, llena de verdor, cuajada de lirios y amapolas, y ¡una liebre mirándonos pasar desde la cuneta!, y en la puerta siguiente de donde estoy apoyada, una chica con otra libreta, escribiendo como yo, y nos intercambiamos una leve sonrisa, no vaya a ser que si sonreímos más, nos vayan a atacar o algo...)
No me pienso sentir jamás culpable de ser una persona positiva, ni de pensar, como muchos otros en esta Tierra, que tenemos cada uno la RESPONSABILIDAD de contribuir a mejorar nuestro entorno cada día.
Es tan sencillo sonreir, y cuesta tan poco, la verdad. Hay cosas y personas que te provocan enseguida una sonrisa. Como un niño, un ser querido... O la misma liebre del camino de ida, contemplando nuestra vuelta a casa.
(Por cierto, paro de escribir, de pie es muy difícil, y de paso, miro fuera y contemplo la Casa de Campo, que está preciosa, llena de verdor, cuajada de lirios y amapolas, y ¡una liebre mirándonos pasar desde la cuneta!, y en la puerta siguiente de donde estoy apoyada, una chica con otra libreta, escribiendo como yo, y nos intercambiamos una leve sonrisa, no vaya a ser que si sonreímos más, nos vayan a atacar o algo...)
No me pienso sentir jamás culpable de ser una persona positiva, ni de pensar, como muchos otros en esta Tierra, que tenemos cada uno la RESPONSABILIDAD de contribuir a mejorar nuestro entorno cada día.
Es tan sencillo sonreir, y cuesta tan poco, la verdad. Hay cosas y personas que te provocan enseguida una sonrisa. Como un niño, un ser querido... O la misma liebre del camino de ida, contemplando nuestra vuelta a casa.